Después de María...
Hola hola, ha pasado casi un mes desde que el terrible huracán María afectó nuestra isla. No puedo negar que fue una experiencia desagradable. Sé que muchas personas aún están pasando tiempos duros, han perdido todo y están refugiados. También conozco de personas que han tenido que abandonar la isla debido a las circunstancias y que la travesía tampoco ha sido fácil. Mi corazón está con todos ustedes, estamos pasando por tiempos duros y nada es certero, pero algo que no pierdo es mi fe y mi confianza de que las cosas mejorarán. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, nutramos nuestra esperanza mutua y mantengamos la unidad.
Para muchos, ver el lado positivo de esta experiencia ha sido difícil, hemos perdido y hemos sufrido la muerte de personas queridas. Me gusta pensar que a pesar de la pérdida de bienes y de seres indispensables, ganamos humanidad. Durante este tiempo, he percibido empatía y caridad. En la radio, hay personas contando experiencias que le inflan el pecho a cualquiera. Una semana después del huracán, mientras esperaba en uno de tantos tapones, una familia interrumpió el caos para entregar botellas de agua a los policías que estuvieron trabajando arduamente durante todo este tiempo. Fue un detalle sencillo, pero me llenó de orgullo ver un gesto de caridad tan puro en medio de la desesperación.
El jueves después del huracán, cuando todo estaba más tranquilo, salimos a la calle, era evidente que el huracán había sido peor de lo que esperábamos. Mientras comenzábamos a recoger el desastre que había, salieron también los vecinos y nos unimos a ayudar. Hubo repartición de aguacates (demasiados aguacates) y sonrisas. Aprecié empatía de parte de mis vecinos. Unimos nuestras manos para ayudar, porque sabíamos que sería duro. Esa tarde rodeada de mis vecinos, comprendí que la unidad hace la fuerza, a pesar de la destrucción que hubo, mantuvimos la unidad y la esperanza. Esa noche, mi familia y yo leímos "La noche que volvimos a ser gente" de José Luis González, hacía mucho no nos sentábamos a leer algo juntos, fue una experiencia única.
Días después del huracán, nos dedicamos a visitar a nuestros familiares. Como no había manera de comunicarnos, nos fuimos de "road-trip" con los cristales abajo y a 55 millas porque las filas de gasolina estaban enormes. Hicimos hasta lo imposible por visitarlos a todos para saber que estaban bien. De camino, pude apreciar a familias hablando en los balcones, vecinos confraternizando y echando una mano cuando más se necesitaba. Pude apreciar gestos de solidaridad.
Para finalizar, la experiencia no ha sido fácil para nadie. Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero doy gracias a Dios porque de alguna manera u otra se encarga de bendecirnos. Tuvimos pérdidas, hubo destrucción, muchas personas no cuentan con sistema eléctrico ni agua, pero tenemos amor y unidad. Tengo fe en mi país y en su gente, sé que juntos lograremos superarnos. Mis oraciones y mis mejores deseos están con todas las personas que han sufrido y aún sufren. Están todos en mi corazón.
With love, Gabriela ♥
Comments
Post a Comment