Pete, mi primer pavo 🦃
Hola hola, Felíz Día de Acción de Gracias para todos. Comienzo por decirles que este año ha sido uno muy particular y lleno de muchísimas bendiciones. Cada día es un buen motivo para dar gracias. Doy gracias por ustedes y por mi hermosa familia, soy bendecida.
Hoy les cuento mi travesía para conseguir un pavito a tiempo para la cena de acción de gracias. El lunes estuve haciendo un estudio muy completo acerca de pavos, de cómo adobarlos, los distintos tamaños y obviamente de cómo prepararlos. Vi videos de los dioses de la cocina, seguí a Baferot Contesa, Gordon Ramsley, The Pioneer Woman, etc. Todos mostraban el proceso de preparación bien effortless, que cualquiera lo ve y piensa que es bastante sencillo.
Comencemos con comprar el pavito. Tenía en mente comprar un pavo de 9-10 lbs más o menos, porque pensaba que era lo más fácil. Según mis pavo-estudios, debía comprar el pavo con varios días de anticipación, porque en esta temporada están en gran demanda. Como siempre, con tanta cosa de la universidad, olvidé el pavo! El miércoles (ayer) nos dio con salir a conseguir el pavo. Yo dije “vamos un momentito y viramos rápido” SIKE! Luego de una extensa y detallada búsqueda, en el primer supermercado, NO HABÍAN PAVOS! No les miento, estaba un poco cansada, porque la gente estaba como loca dando vueltas en el súper. Luego de esto, no me rendí, fui a otro supermercado más y adivinen qué... NO HABÍAN PAVOS! Durante mi primera y segunda visita había decidido cargar un carrito para una vez tuviera el pavo poder tomar los demás ingredientes que necesitaba.
Una vez salí de ese supermercado (tremendo caos) ya estaba un poco malhumorada y apunto de rendirme. Pero, en ese momento recordamos que nos quedaba un supermercado por visitar y pa’ allá nos fuimos. En este super ni carrito de compras tomé, ya estaba cansada. Fui directamente al carnicero y le digo: “Hola, te quedan pavos?” El tipo se empezó a reír y me dijo: “Creo que si, están en el pasillo 15.”
La caminata al pasillo 15 se me hizo eterna, ya estaba ready pa’ llorar. Cuando llegué al pasillo quince... allí estaban, quedaban 8 pavitos esperando a ser comprados. El primer pavito que agarré casi me lastima la mano, el animal pesaba 15 libras y como lo agarré repentinamente, me sorprendió. Buscando entre los pavitos a ver cuál era el menos pesado, conseguí uno de 12 libras, Butterball, bien chulo. Decidí llamarlo Pete, para respetarlo un poquito y no odiar su preparación.
Comencé a repasar mis pavo-estudios y los dioses de la cocina coincidían en que el primer paso para su preparación una vez estuviera descongelado, era remover los “giblets.” Te cuento que los “giblets” son los órganos del pavito, una vez abrí el cuello, salió la bolsa sangrienta con todos los "giblets" de Pete. Una vez removí los "giblets" de la parte de al frente, tenía que sacar el cuello que estaba bajo la pechuga (suena extraño, pero ahí está). ¡El cuello de Pete no quería salir! Quería quedarse pa’ siempre dentro de él. Luego de muchas intentos fallidos, logré sacar el condena'o cuello.
El próximo paso de mi pavo-estudio era secar todo el pavo para añadir el “dry-brine”. Era de suma importancia secar a Pete por completo, para que el cuero quedara duro y no blando. Algo que los dioses no explican es que secar un condena’o pavo es difícil! Estuve secándolo como media hora y gasté la mitad de un rollo de papel. El "dry-brine" no es otra cosa más que sal y especias. A Pete le añadí sal rosada y adobo por todos lados. Lo puse en la bandeja, lo cubrí con papel aluminio y a la nevera se fue. Dejar a Pete unas horas en la nevera hace que los sabores se concentren y sea más sabroso!
Luego de que Pete pasara unas largas horas en la nevera, era tiempo de añadir el resto de los sabores. Para Pete, preparé una mantequilla especial. Esta mantequilla especial, va entremedio de la pechuga y el cuero. Para esto, debes separar el cuero del animal sin romperlo y esparsir toda la mantequilla especial por ese espacio... Comencé a separar la piel de Pete y casi rompo todo! Es una parte muy delicada. Una vez la mantequilla estuviera dentro, había que volver a secar el condenado pavo y añadirle el resto de la mantequilla por encima. Mientras estaba haciendo todo esto, olvidé que la bandeja estaba llena de agua y sangre! Adivinen quién terminó bañada en sangre y agua de Pete... ¡YO!
Pete tardó casi cuatro horas en prepararse (se dio tremendo puesto). Se veía de lo mas lindo, la carne estaba lista y para mi sorpresa, la mantequilla especial hizo lo que los dioses decían, tenía un cuero doradito. Luego de esto, viene la peor parte: que tu familia lo pruebe. Este paso es crucial, determina si vuelvo o no a hacer un pavo.
Les cuento que mi familia lo probó y Pete causó sensación. Quedó mucho mejor de lo que esperaba, jugoso y muy bien cocido. Concluyo que algún día volveré a preparar un pavo. Agradezco el haber encontrado a Pete, no les miento, hizo de mi Thanksgiving uno mucho más divertido que otros años. En cuanto a la preparación de Pete, puedo decir que valieron la pena mis pavo-estudios y el respaldo
de los dioses de la cocina.
¡Felíz Día de Acción de Gracias para todos!
Aquí les dejo una foto de Pete ya preparado:
Hoy les cuento mi travesía para conseguir un pavito a tiempo para la cena de acción de gracias. El lunes estuve haciendo un estudio muy completo acerca de pavos, de cómo adobarlos, los distintos tamaños y obviamente de cómo prepararlos. Vi videos de los dioses de la cocina, seguí a Baferot Contesa, Gordon Ramsley, The Pioneer Woman, etc. Todos mostraban el proceso de preparación bien effortless, que cualquiera lo ve y piensa que es bastante sencillo.
Comencemos con comprar el pavito. Tenía en mente comprar un pavo de 9-10 lbs más o menos, porque pensaba que era lo más fácil. Según mis pavo-estudios, debía comprar el pavo con varios días de anticipación, porque en esta temporada están en gran demanda. Como siempre, con tanta cosa de la universidad, olvidé el pavo! El miércoles (ayer) nos dio con salir a conseguir el pavo. Yo dije “vamos un momentito y viramos rápido” SIKE! Luego de una extensa y detallada búsqueda, en el primer supermercado, NO HABÍAN PAVOS! No les miento, estaba un poco cansada, porque la gente estaba como loca dando vueltas en el súper. Luego de esto, no me rendí, fui a otro supermercado más y adivinen qué... NO HABÍAN PAVOS! Durante mi primera y segunda visita había decidido cargar un carrito para una vez tuviera el pavo poder tomar los demás ingredientes que necesitaba.
Una vez salí de ese supermercado (tremendo caos) ya estaba un poco malhumorada y apunto de rendirme. Pero, en ese momento recordamos que nos quedaba un supermercado por visitar y pa’ allá nos fuimos. En este super ni carrito de compras tomé, ya estaba cansada. Fui directamente al carnicero y le digo: “Hola, te quedan pavos?” El tipo se empezó a reír y me dijo: “Creo que si, están en el pasillo 15.”
La caminata al pasillo 15 se me hizo eterna, ya estaba ready pa’ llorar. Cuando llegué al pasillo quince... allí estaban, quedaban 8 pavitos esperando a ser comprados. El primer pavito que agarré casi me lastima la mano, el animal pesaba 15 libras y como lo agarré repentinamente, me sorprendió. Buscando entre los pavitos a ver cuál era el menos pesado, conseguí uno de 12 libras, Butterball, bien chulo. Decidí llamarlo Pete, para respetarlo un poquito y no odiar su preparación.
Comencé a repasar mis pavo-estudios y los dioses de la cocina coincidían en que el primer paso para su preparación una vez estuviera descongelado, era remover los “giblets.” Te cuento que los “giblets” son los órganos del pavito, una vez abrí el cuello, salió la bolsa sangrienta con todos los "giblets" de Pete. Una vez removí los "giblets" de la parte de al frente, tenía que sacar el cuello que estaba bajo la pechuga (suena extraño, pero ahí está). ¡El cuello de Pete no quería salir! Quería quedarse pa’ siempre dentro de él. Luego de muchas intentos fallidos, logré sacar el condena'o cuello.
El próximo paso de mi pavo-estudio era secar todo el pavo para añadir el “dry-brine”. Era de suma importancia secar a Pete por completo, para que el cuero quedara duro y no blando. Algo que los dioses no explican es que secar un condena’o pavo es difícil! Estuve secándolo como media hora y gasté la mitad de un rollo de papel. El "dry-brine" no es otra cosa más que sal y especias. A Pete le añadí sal rosada y adobo por todos lados. Lo puse en la bandeja, lo cubrí con papel aluminio y a la nevera se fue. Dejar a Pete unas horas en la nevera hace que los sabores se concentren y sea más sabroso!
Luego de que Pete pasara unas largas horas en la nevera, era tiempo de añadir el resto de los sabores. Para Pete, preparé una mantequilla especial. Esta mantequilla especial, va entremedio de la pechuga y el cuero. Para esto, debes separar el cuero del animal sin romperlo y esparsir toda la mantequilla especial por ese espacio... Comencé a separar la piel de Pete y casi rompo todo! Es una parte muy delicada. Una vez la mantequilla estuviera dentro, había que volver a secar el condenado pavo y añadirle el resto de la mantequilla por encima. Mientras estaba haciendo todo esto, olvidé que la bandeja estaba llena de agua y sangre! Adivinen quién terminó bañada en sangre y agua de Pete... ¡YO!
Pete tardó casi cuatro horas en prepararse (se dio tremendo puesto). Se veía de lo mas lindo, la carne estaba lista y para mi sorpresa, la mantequilla especial hizo lo que los dioses decían, tenía un cuero doradito. Luego de esto, viene la peor parte: que tu familia lo pruebe. Este paso es crucial, determina si vuelvo o no a hacer un pavo.
Les cuento que mi familia lo probó y Pete causó sensación. Quedó mucho mejor de lo que esperaba, jugoso y muy bien cocido. Concluyo que algún día volveré a preparar un pavo. Agradezco el haber encontrado a Pete, no les miento, hizo de mi Thanksgiving uno mucho más divertido que otros años. En cuanto a la preparación de Pete, puedo decir que valieron la pena mis pavo-estudios y el respaldo
de los dioses de la cocina.
¡Felíz Día de Acción de Gracias para todos!
Aquí les dejo una foto de Pete ya preparado:
With love, Gabriela♥
Comments
Post a Comment